En Palmira, Florida, Candelaria y Pradera, 96 personas culminaron exitosamente el programa de emprendimiento Yarú Rural de la Fundación WWB Colombia, fortaleciendo sus capacidades personales y empresariales. Compromiso Territorio, entre los aliados.
Entre el 2 y el 7 de julio se llevaron a cabo las jornadas de certificación del programa Yarú Rural en los municipios de Palmira (corregimiento La Buitrera), Florida, Candelaria y Pradera. En total, 96 personas emprendedoras de zonas rurales culminaron su proceso formativo, fortaleciendo sus capacidades para gestionar sus negocios, mejorar su rentabilidad y aportar al desarrollo económico y social de sus comunidades.
Yarú Rural es una iniciativa de la Fundación WWB Colombia, que llega directamente a los territorios gracias a la Fundación Móvil, para mejorar las capacidades personales y empresariales de familias que habitan en zonas rurales y que desarrollan emprendimientos como fuente principal de ingresos.
El éxito de la iniciativa se evidencia en la alegría y satisfacción de las personas certificadas, quienes a partir de ahora comienzan un nuevo camino para continuar constituyendo sus emprendimientos. Sus testimonios son prueba de un trabajo mancomunado, como lo manifiesta Johana Urrutia, directora de Programas de la Fundación WWB Colombia: “Nos tiene muy contentos escuchar los testimonios de todas las familias alrededor de este proceso, de los aliados que nos han acompañado a poder hacerlo realidad y a trabajar unidos por el desarrollo rural del Valle del Cauca”.
La Directora de Programas agrega que “seguir trabajando en la ruralidad vale la pena, los resultados se dan si se trabaja en conjunto, no solamente con las familias, sino con las juntas de acción comunal, con los aliados en el territorio y organizaciones como la nuestra, que le apuestan a la educación de una manera distinta, para construir tejido social”.
Yarú Rural aplica una metodología integral con enfoque diferenciado, el cual se centra en una formación diseñada para adultos, y la implementación de un modelo de capacidades, que integra el ser, el negocio y la familia, además, ofrece acceso a recursos tecnológicos, así como asesorías empresariales y técnicas especializadas. El programa tiene una duración de 16 meses, en modalidad semipresencial a través de la Fundación Móvil.
Alianzas que impulsan el progreso del campo
El impacto de la iniciativa es resultado de la visión compartida y alianzas estratégicas en el territorio con entidades clave que se han sumado al propósito de cerrar brechas de desigualdad y tejer nuevas oportunidades.
“Desde la Cámara de Comercio de Palmira nos complace participar en este programa, que es un espacio muy especial para que las y los emprendedores de nuestro campo puedan convertir sus modelos de negocio en una oportunidad para mejorar su nivel y calidad de vida” destaca John Hardy García, director de Competitividad de la Cámara de Comercio de Palmira.
Por su parte, José William Cosme Martínez, Secretario de Desarrollo Económico, Cultura y Turismo de Candelaria, subraya la relevancia del programa para su municipio: “Buscamos transformar vidas y para nosotros significa mucho esta iniciativa porque estamos llegando a los territorios rurales”. Además, expresa que las personas certificadas “representan familias, emprendimientos con conocimiento y fortalecimiento empresarial que están aprendiendo a ser cada día mejor persona y a tener un negocio próspero”.
Finalmente, Sandra Susana Montoya, directora encargada de Compromiso Territorio, iniciativa con la cual se realizó el programa para Florida y Pradera, afirma con entusiasmo que “todo este proceso ha transformado vidas, ha generado empleo, ventas y hemos aportado un granito de arena para transformar el territorio. Realmente estamos cerrando brechas sociales, económicas e institucionales”.
Testimonios como el de Lucero Villalba, una de las emprendedoras certificadas en La Buitrera, Palmira, son el reflejo palpable de cómo estos esfuerzos colaborativos se traducen en transformación real y esperanza.
“Yarú Rural me llevó a ser mejor cada día, a enfrentar mis miedos y los retos de sacar adelante algo que te produce miedo por la gran inversión que tienes que hacer” afirma muy emocionada Lucero, quién también descubrió herramientas y diferentes medios de financiación de los cuales puede sacar provecho para su negocio.
Ella no ve esta certificación como un final, sino como “un paso más para seguir afianzando y aprendiendo. Sigue lograr que nuestro negocio sea el que nos saque adelante, a partir de todo lo que hemos aprendido”. Para Lucero, lo que más la ilusiona es que sus hijos “vean que se puede vivir en el campo, del campo, para el campo y por el campo”.
Las historias de éxito se multiplican entre las y los participantes, demostrando el profundo impacto de Yarú Rural. Como el caso de Deyci Alejandra Bedoya, emprendedora de Candelaria que relata cómo su proceso fue una transformación total, tanto a nivel personal como familiar: “La economía en mi hogar cambió totalmente, en este momento les digo que incluso a mi hija la tengo en la universidad gracias a esto” afirma muy conmovida. Por otra parte, para Elizabeth León la iniciativa es única y gracias a ella su negocio se ha visto fortalecido pues “hoy en día mi emprendimiento ya genera una cantidad de dinero que sé dónde está, y tengo cuentas de ahorro”.
La edad no fue un impedimento para el aprendizaje, como lo demuestra Mariela Lozada, emprendedora de Candelaria quien a sus 75 años considera su participación como “un logro infinitamente grande”. Destaca el apoyo constante de los profesores para superar los desafíos tecnológicos y las tareas virtuales. “Me quedaba grande abrir los links y hacer mis tareas virtuales, pero yo llamaba al profe y me apoyaba y explicaba” recuerda, entre risas Mariela, quién también siente un profundo agradecimiento por la ayuda que sus compañeros le prestaron en los momentos más difíciles.
Finalmente, emprendedores como Ildefonso Saldaña encontraron en Yarú Rural la motivación para retomar su proyecto de vida. “Yo pensaba en vender mi tierra, pero aquí me motivaron tanto que comencé mi proceso nuevamente y ya hoy sembré árboles, y tengo de nuevo algunos animales”. Al igual que Mariela, Ildefonso agradece el apoyo y la paciencia de sus profesores para tratar el tema digital, y afirma con convicción que “de aquí para allá salimos adelante con la ayuda de Dios”.
La certificación de estas casi cien emprendedoras y emprendedores en Palmira, Florida, Candelaria y Pradera, son un impulso importante en el desarrollo del campo vallecaucano, son evidencia del poder transformador de la educación y el trabajo colaborativo en la ruralidad. La Fundación WWB Colombia reafirma su compromiso de seguir construyendo un futuro más próspero y equitativo para las familias del campo, demostrando que apoyar los emprendimientos rurales es apoyar el progreso y la sostenibilidad de toda la región.