Mujeres rurales lideran el camino hacia un futuro sostenible
Emprendedoras demuestran que es posible impulsar la economía, al tiempo que protegen el planeta para las futuras generaciones.
El emprendimiento femenino rural está transformando el campo y protegiendo el planeta, a través de prácticas sostenibles, mujeres como Maried Restrepo y María Carolina Mipaz, emprendedoras de la vereda Agua Azul del municipio de Florida, Valle del Cauca, son ejemplo de cómo generar desarrollo económico y bienestar social, en armonía con el medio ambiente.
Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), las mujeres rurales representan una cuarta parte de la población mundial y son esenciales para la lucha contra el hambre y el cambio climático, asimismo aseguran la mitad del sustento alimenticio de la tierra. Dada la importancia de la agricultura para la seguridad alimentaria, es fundamental abordar su impacto ambiental.
La agricultura enfrenta el desafío de reducir su impacto ambiental, siendo responsable a nivel mundial del 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), principalmente a causa del uso de fertilizantes químicos y los desechos animales, además, la deforestación por expansión agrícola genera emisiones de C02 y debilita la biodiversidad y el hábitat natural. En este contexto, el trabajo de mujeres rurales como Maried y María Carolina se convierte en un ejemplo a seguir.
El impacto de su trabajo se ha fortalecido gracias al apoyo de la Fundación WWB Colombia, pues ambas emprendedoras hicieron parte del programa Yarú Rural, una iniciativa que les brindó herramientas para fortalecer la gestión de sus negocios, desde el manejo financiero hasta la planificación estratégica. Maried por su parte también ha sido parte de Conexiones Comerciales, un programa que le ha permitido expandir su alcance y llegar a nuevos clientes, mientras que María Carolina se prepara para iniciar su participación en este programa, con la expectativa de continuar creciendo y fortaleciendo su negocio.
Sus emprendimientos implementan prácticas sostenibles que ofrecen una alternativa a la agricultura convencional y contribuyen a un futuro más verde, por ejemplo, Maried Restrepo ha convertido su finca Jacalito en un espacio sostenible, gracias al total aprovechamiento de todos los recursos derivados de los peces, gallinas ponedoras, ganado y porcinos con los que cuenta.
“Todos los abonos que salen de los cerdos, las vacas y las gallinas, son procesados a una compostera y de ahí se llevan al pasto de corte donde se hace el forraje para las vacas. También los desperdicios del pescado, como las tripas se le dan a las gallinas aportándoles proteína, y las cáscaras de los huevos, se lavan, se secan, se trituran y se les dan como alimento, porque es fuente de calcio.” explica Maried, quién también lleva a cabo prácticas de reciclaje y disposición de residuos sólidos como vidrio y plástico, algo que sus vecinos han replicado.
Por la misma línea se encuentra María Carolina Mipaz, quién cuenta con un emprendimiento de gallinas ponedoras: “Nosotros manejamos lo que es el compostaje, donde colocamos la gallinaza (el excremento de las gallinas) en un lugar aparte y después de que ya esté lista, se lleva a los cultivos, los árboles, y se nutre todo lo que tenemos sembrado en la finca”.
Si bien, las mujeres lideran el camino hacia un futuro más sostenible, es importante reconocer que su trabajo se desarrolla en un contexto marcado por diversos desafíos. Por ejemplo, según cifras de la Fundación WWB Colombia, las mujeres de la ruralidad del Valle del Cauca tienen mayor presencia en el trabajo independiente (48% comparado con el 40% de los hombres), sin embargo, esto no se traduce necesariamente en una mayor autonomía económica o financiera, ni en un incremento de su bienestar.
Por otro lado, las mujeres tienen un 25% menos de cuentas de ahorro a su nombre en comparación con los hombres, lo cual indica que tienden a tener cuentas a nombre de terceros, lo que dificulta su historial crediticio y acceso a productos financieros formales.
A pesar de estas dificultades, mujeres como Maried y María Carolina demuestran una notable resiliencia y un firme compromiso con la tierra, liderando iniciativas que transforman sus comunidades y protegen el planeta. Su trabajo es un llamado a la acción para apoyar el emprendimiento rural y crear condiciones más equitativas que permitan a estas mujeres alcanzar su máximo potencial y contribuir plenamente al desarrollo sostenible.