Quien cuida necesita ser cuidada: Tertulias del Cuidado
En un cálido encuentro, organizado por el Fondo para la Investigación, titulado Tertulias de Cuidado, el equipo de la Fundación WWB Colombia conoció las realidades, desafíos y percepciones de las mujeres cuidadoras de adultos mayores, en la comunidad de Páramo Alto, Nariño. En este espacio, por medio de relatos y reflexiones, Liliana Chasoy, líder del resguardo Inga de Aponte, y Leidy Rueda, ganadora de la convocatoria del Fondo en 2023, abordaron las realidades por las que pasa el territorio.
El trabajo de Leidy Rueda se centra en el Resguardo de Aponte, ubicado en el municipio de El Tablón de Gómez, Nariño. Su geografía montañosa impone desafíos de acceso, con vías sin pavimentar, lo que exige el tránsito a pie o en motocicleta por los bordes de la montaña. Para llegar a la ciudad más cercana, Pasto,el recorrido puede extenderse por seis horas o más. La economía local enfrenta limitaciones; las unidades productivas son escasas y dependen principalmente de la cosecha de café, un cultivo que solo se da en temporadas específicas, lo que genera incertidumbre sobre los ingresos durante el resto del año. Aunque desarrollan actividades complementarias como la artesanía y la cría de cuyes, la actividad económica del resguardo se restringe a su ámbito interno, sin comercio de sus productos hacia otras ciudades o corregimientos.
Rueda, Leidy. 2024. Vereda Páramo Alto y Páramo Bajo perteneciente al resguardo indígena Inga Aponte, del municipio de El Tablón de Gómez
Ser cuidadoras
Uno de los aspectos sobresalientes mencionado en la tertulia fue la alta disposición de las mujeres cuidadoras a participar en el proyecto, ya que lo ven como una posibilidad de visibilizar lo que viven, y también poder encontrar soluciones.
Al describir a las mujeres cuidadoras de la comunidad, Leidy y Liliana detallaron que son mujeres en promedio de 54 años de edad, quienes asumen el cuidado de adultos mayores dependientes. Entre sus labores está bañarlos, transportarlos a pie o en motocicleta, hacerles de comer y, en ocasiones, incluso compartir cama con ellos, lo cual puede llegar a presentar inconvenientes, pues estas actividades se realizan fuera de sus hogares y demandan una prioridad constante, lo que puede generar inconvenientes en la vida privada de las cuidadoras, al reducir significativamente el tiempo que pueden dedicar a otras actividades. Cabe resaltar que el cuidado se extiende incluso cuando no existe un vínculo familiar directo, pueden llegar a ser vecinos o miembros del mismo resguardo.
Imagen cedida por la investigadora: Rueda, Leidy. 2024. Vereda Páramo Alto y Páramo Bajo perteneciente al resguardo indígena Inga Aponte, del municipio de El Tablón de Gómez
Motivaciones y desafíos del Cuidado
Ante las condiciones descritas, surge la pregunta: ¿cuáles son las motivaciones para asumir estas responsabilidades de cuidado? dentro de los hallazgos del proyectode Leidy Rueda se explica que en algunos casos, el impulso proviene del amor y el agradecimiento, especialmente cuando existe una relación cercana: “Es mi papá, cómo no lo voy a cuidar. Él me cuidó, ahora me toca a mí” asegura una participante de la investigación. Otra de las motivaciones se arraiga en la identidad y el orgullo cultural indígena, así lo afirma el testimonio de otra participante “Yo soy inga, y aquí siempre hemos cuidado a los mayores con respeto”.
Sin embargo, a pesar de que las labores de estas mujeres representan un pilar fundamental para la salud de los adultos mayores, existen desafíos significativos para las propias cuidadoras. Las largas jornadas y la exigencia física que conlleva su labor les provocan problemas de salud, teniendo en cuenta que la carga del cuidado recae en ellas, se dificulta que puedan recibir la misma atención que ellas dan, pues surge el interrogante de : ¿quién asumiría estas labores de cuidado si ellas no están?
Adicionalmente, los ingresos mensuales pueden ser escasos, según fue revelado en Tertulias del Cuidado, un total de $30.000 COP, para afrontar las necesidades básicas de una persona enferma. La deficiente prestación de servicios de salud, la escasez de medios de transporte y las limitadas vías de acceso agravan la situación, representando un obstáculo considerable para el bienestar de la comunidad en caso de una emergencia.
Conciencia
Este proyecto, apoyado por el Fondo para la Investigación, se enfoca en los desafíos emocionales, físicos y sociales que enfrentan estas mujeres cuidadoras. La oportunidad de cercanía que ofreció este espacio representó un llamado de conciencia, tal como expresó Leidy Rueda: “Debemos continuar investigando en el cuidado porque es la manera de visibilizar a todas aquellas mujeres que de manera desinteresada donan su vida, su salud y sus esfuerzos para el cuidado de otro;, ellas también necesitan ser cuidadas”.
En este encuentro, Liliana también compartió cómo el proyecto “entre tantas dificultades hasta me ha servido para desestresarme, me han compartido sus vivencias y les he podido compartir las mías”. Y, a su turno, Leidy Rueda dejó esta reflexión: “Cuidar no es una elección, es un deber arraigado en las mujeres indígenas Inga. Pero quien cuida, también necesita ser cuidada.”
Las personas interesadas que pertenezcan a grupos de investigación, podrán postular sus proyectos hasta el 8 de julio del 2025, consulta los términos de referencia en: https://fondoparalainvestigacion.fundacionwwbcolombia.org/proyecto/